Como padre, usted ve el mundo con dos pares de ojos: los ojos de su niñez y los ojos de su vida adulta. A veces, los ojos de su niñez permanecen tan fuertes que pueden interferir con lo que ven sus ojos de adulto y con las experiencias que tiene con su hijo.
El tener a su propio hijo puede traer a la mente recuerdos agradables de su niñez, pero también puede despertar recuerdos no resueltos, que pueden causar ansiedad y conflicto. Estando consiente de esos recuerdos, usted puede desarrollar un entendimiento más razonable de quién es usted ahora. Este conocimiento de sí mismo le ayudará a convertirse en el padre que quiere ser.
Cuánto más entienda su propia historia, más podrá separar sus propios sentimientos y las experiencias de su niñez con las experiencias de su hijo. Esto le ayudara a interpretar mejor las necesidades de su hijo y a apoyarlo a ser una persona única.