Probablemente usted se ha dado cuenta que algunos niños son sensibles a cualquier ruido, mientras otros requieren un ruido muy fuerte antes de responder. Algunos niños pueden hacer mandados con usted todo el día y no ponerse de mal humor, mientras otros se ponen quisquillosos y necesitan tiempo de reflexión después de una breve excursión. Si quiere que su hijo prospere en el futuro, tiene que poder manejar su propia energía, estados, emociones, comportamiento y atención en maneras que son aceptadas socialmente y que le ayudarán a lograr sus metas. Esta habilidad se conoce como la “autorregulación”. Con su ayuda, su hijo puede aprender a autorregularse sin tener que pensarlo. Esto es uno de los mayores dones que los padres pueden ofrecer.
La “autorregulación” significa manejar las cosas que causan estrés en nuestras vidas para lograr un equilibrio de tranquilidad. Los investigadores han dividido los factores estresantes en cinco categorías: biológicos, emocionales, cognitivos, sociales y morales. Estas categorías son partes de un sistema integrado que se influyen mutuamente.
Un factor estresante puede ser cualquier estímulo que puede causarle incomodidad a su hijo. Puede sobre estimular su sistema neurológico en desarrollo y llevar a una disminución de energía si no puede encontrar un equilibrio interno. Los factores estresantes pueden incluir:
• La sensibilidad a la luz
• El frío
• Los olores
• El hambre
• El tacto
• Los sonidos
• Las emociones positivas o negativas
• Ciertas situaciones sociales
Los factores estresantes que no se manejan pueden conducir a un estado crónico de disminución de energía, debido a que su hijo tiene que esforzarse más para ignorar tales factores y para encontrar un equilibrio entre sus estados de agitación (comodidad/ incomodidad). La fuerza de su hijo es finita. Cuánto más energía tiene que emplear para manejar el factor estresante, menos energía le queda para aprender, prestar atención y controlar sus impulsos.
Todas las actividades requieren energía. La cantidad de energía que se requiere varía según la actividad, la situación y su hijo. Posiblemente dos niños diferentes tengan que invertir cantidades de energía muy diferentes para llevar a cabo la misma tarea.
La clave para la autorregulación es ayudar a su hijo a identificar los factores estresantes que son inherentes en varias situaciones y actividades para que pueda formular estrategias para regular su estado de agitación (comodidad/ incomodidad) y estrategias para cómo responder. Por ejemplo, la bebé Sara de nueve meses siempre llora a la hora de bañarse. Su mamá intenta hacer que sea algo divertido al darle juguetes, pero no tiene ningún efecto. Empieza a darse cuenta de que tal vez Sara sea sensible a los cambios fluctuantes de temperatura porque le parece que fácilmente le da frío. Decide cambiar la rutina de los baños de Sara para que no tenga tanto frío. Comienza la rutina al prender la calefacción en el baño y al poner el agua tibia en la bañera. Entonces, desviste a Sara y cuando esté lista el agua tibia, la mete a la bañera. Este cambio ayuda a regular la temperatura corporal de Sara. Esto quiere decir que Sara ya no tiene que invertir su energía en la incomodidad de tener frío, así que puede estar tranquila y disfrutar el baño.
La autorregulación no es lo mismo como el autocontrol. El autocontrol le ayuda a su hijo a cumplir con los deseos de los demás; la autorregulación es un mecanismo interno para calmarse a sí misma. Su hijo tiene que desarrollar la autorregulación como una parte fundamental para el autocontrol (al que los investigadores actualmente llaman el control esforzado). El autocontrol tiene que ver con la inhibición de los impulsos. La autorregulación tiene que ver con identificar y estar consciente de las causas de la angustia y con reducir la intensidad de los impulsos. Se basa en minimizar o eliminar los factores estresantes para crear un sentido de tranquilidad y para reponer su energía.