Su hijo es único, y usted también. Todos llegamos al mundo con un conjunto especial de rasgos mentales, físicos y emocionales que forman lo que los científicos llaman la “disposición” o el “temperamento”. Estos rasgos se relacionan mucho entre sí y preparan el camino para cómo interactuamos con el mundo – y cómo el mundo nos responde.
Los investigadores Alexander Thomas y Stella Chess identificaron nueve características de temperamento o rasgos que sugieren que están presentes al nacer y que influyen nuestro desarrollo a lo largo de nuestras vidas.
• El nivel de actividad: La cantidad preferida de movimiento y actividad corporal.
• La regularidad: La regularidad y el ritmo de las necesidades biológicas básicas como el ciclo de dormir y despertarse, y los ciclos de comer y de la eliminación de desechos corporales.
• El estado de ánimo: La tendencia de responder al mundo principalmente en una forma positiva o negativa.
• La intensidad de sus reacciones: La producción de energía o el nivel de expresión del humor, sea positivo o negativo.
• El umbral de sensibilidad: La sensibilidad que tiene al estímulo irritante y la cantidad de estímulo que se requiere para provocar una respuesta.
• La adaptabilidad: Qué tan fácil uno se adapta a las transiciones o a los cambios en la rutina como pasar a una nueva actividad.
• El aproximarse/alejarse: La respuesta típica a nuevas situaciones o personas.
• La distracción: La facilidad de distraerse de una actividad.
• La atención y la perseverancia: Por cuánto tiempo uno puede perseverar en una tarea difícil sin distraerse ni darse por vencido.
Cada uno de nosotros somos únicos y nos acercamos al mundo de diferentes maneras. Sin embargo, tres clases de temperamentos comunes representan diferentes mezclas de las nueve características que se enumeraron anteriormente.
• Los niños flexibles o adaptables tienden a ser felices, a tener hábitos regulares de dormir y comer, de ser adaptables, tranquilos y de no enojarse fácilmente.
• Los niños luchadores pueden ser quisquillosos, con hábitos irregulares de comer y dormir, pueden enojarse fácilmente a causa de ruido y estímulos y pueden exhibir reacciones intensas.
• Los niños miedosos o cautelosos pueden ser menos activos o tienden a ser quisquillosos y pueden alejarse o reaccionar negativamente a nuevas situaciones. Sin embargo, pueden llegar a ser más positivos al entrar en contacto varias veces con una persona, un objeto o una situación nueva.
La investigación indica que aproximadamente el 60% de los niños caben dentro de una de estas clases de temperamento. El otro 40% refleja una combinación de más de un temperamento.
Se ilumina la cara de Susana cuando ve caras nuevas, mientras Toño se aleja hasta que esté cómodo. Cualquier sonido distrae a Tara de tomar pecho, mientras nada le distrae a Gabriela. Laura y Esteban son tímidos en situaciones nuevas, mientras Marco y Paula se involucran por completo.
Aunque su hijo llega con un estilo innato de temperamento, sus primeras experiencias, las interacciones que tiene con usted y su temperamento influyen su estilo de comportamiento y su personalidad. La interacción de los genes y su ambiente de crecimiento también influyen el temperamento de su hijo y la formación de conexiones neurales en su cerebro en desarrollo.
Recuerde, el temperamento no es el destino.